Llama la atención lo peculiar de la sociedad japonesa, sus costumbres y tradiciones que no se parecen en casi nada a las nuestras. Esto se debe en parte a que Japón se pasó dos siglos y medio virtualmente aislado del resto del mundo y sus influencias: desde principios del siglo XVII hasta 1854.
Fue durante el siglo XVI cuando comenzaron a llegar los primeros mercaderes europeos. Aprovechando las rutas comerciales, desembarcaron en el país también las misiones cristianas, sobretodo españolas y portuguesas. Y, aunque durante unas décadas tuvieron via libre para predicar a sus anchas, el shogunato pronto comenzó a sospechar de ellas, creyendo que era el primer paso de una conquista europea. Como medida de protección blindó Japón a cualquier extranjero y dejó un único punto de comercio en Nagasaki, accesible solamente para comerciantes chinos y holandeses, comenzando así 251 años de aislamiento autoimpuesto y política de exclusión, el sakoku.
Fue en 1853 cuando las "naves negras" del Comodoro estadounidense Matthew Perry arribaron a la bahía de Tokyo y pocos meses después, en Marzo de 1854, se firmó el tratado de Kanagawa. Éste abría los puertos de Shimoda y Hakodate al comercio con EEUU, pero no solo eso: fue el precursor de nuevos tratados posteriores, también con Rusia, Francia y Gran Bretaña.
La apertura al mundo de Japón trajo consigo una etapa de enormes cambios. El país se encontró anticuado, atrasado tecnológica y socialmente. Las antiguas artes marciales tan veneradas anteriormente cedieron ante la amenaza de las armas de fuego extranjeras; la búsqueda de la estabilidad se trocó en la búsqueda de la eficiencia. Las restauración Meiji fue una revolución cultural sin parangón en la historia y a 10 años de la aparación ede las naves negras, el país entero se unía a ella, y el gobierno, que apoyaba el tradicional estilo de vida, tenía cada vez menos apoyos.
domingo, 18 de abril de 2010
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